lunes, 13 de agosto de 2018

¿Eres de la realeza real o de la realeza de fantasía?


El enemigo es astuto en crear falsas expectativas y en montar resultados inexistentes. Constantemente en medio de la tentación hay voces que él usa para pensar que tienes el control de la situación, que eres lo suficientemente maduro y que sabes cuando detenerte. Siempre, esa idea de que no hay alguien viéndote o que no le estás haciendo daño a nadie o que es algo momentáneo, es tan falsa como destructiva.

Él es padre de mentira y experto en fantasías. Puede ilusionarte como en un cuento de hadas, pero terminarás en terror y destrucción. Te pinta un castillo o palacio, pero terminarás en la indigencia. Cuando creas que tengas el escape organizado te hará caer en una trampa de culpa y desánimo, como una especie de círculo vicioso, y ahí es cuando las fuerzas que juntaste para cierto tiempo se desploman y crean ese vacío de indignidad y soledad.

Vivimos en tiempos acelerados, de comida rápida, de préstamos al instante, de matrimonios cortos y divorcios express. Recuerdo que mi primer celular lo tuve a los 19 años, pero me asombro que hoy por hoy los niños de 6 o 7 años tienen teléfonos, tablets y una gama de dispositivos electrónicos para que no se estresen. Me llama poderosamente la atención que los niños se saben el patrón de desbloqueo de un celular pero no se pueden poner su ropa o secarse después del baño. Todo va a la velocidad de la luz y esa misma estrategia es la que el enemigo usa. Que no puedas establecerte. Que abortes tan pronto como puedas. Que pruebes y pruebes y que al final haya una vía rápida esperándote. La vía del atajo. Exiliándote de los procesos y optando por lo fácil.

Debemos de entender que hay cosas que no las podemos saltar. Que si haces un examen, tarde o temprano te toparás con esas preguntas de desarrollo que es donde se sabe si realmente estudiaste o si al fin entendiste el tema.

Santiago 1:12
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.

Mateo 24:13
Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Hay un poder en la perseverancia. En quedarse en el lugar donde eres estirado, que es el mismo donde muchos abandonan. Es muy difícil no ser tentado a tirar la toalla y es por eso que tengo unos consejos para quienes están en la temporada de la espera y la insistencia.

1) Debes saber quién eres y qué deseas. Tener la mente en el galardón y en la promesa nubla la influencia negativa de las palabras de tu adversario.
2) Júntate con gente de fe. Ten comunidad con gente que experimenta luchas como las tuyas, pero también que te animen y te levanten los brazos. Recuerda que las malas conversaciones corrompen las malas costumbres.
3) Conoce tus areas débiles. Esos campos minados que te cuestan y que al reconocer la necesidad entonces ganas terreno y vulnerabilidad para levantarte. No creas que eres un super-héroe.
4) Persevera, aguanta, mantente, permanece, continua, insiste, prosigue y perdura. Recuerda la viuda que importunaba al juez.
5) Acude a las armas y hábitos espiritual que fortalecen tu ser interior. Por ejemplo: la oración, el ayuno, la búsqueda, la constante adoración, etc.
6) Busca consejo. Ten mentores y un padre espiritual. En la multitud de ellos encontrarás sabiduría.
7) Evita exponerte a situaciones que terminarán en caídas. Deja el celular un rato si vas a estar solo, bloquea personas nocivas, evita temas de conversación que promuevan la tentación por medio de los pensamientos.

No dejes que la fantasía que te ofrece el enemigo te meta en un mundo que no exista. Entra en tiempos de orden. Necesitas las etapas. Que la gente conozca que cambiaste porque no frustrastes el proceso. 

Recuerda, hay una corona que te está esperando. La corona solo se las dan a gente real. ¿Eres de la realeza real o de la realeza de fantasía?

Cuéntame cuales serían tus consejos para hacer la lista más grande. 

lunes, 14 de mayo de 2018

Nunca subestimes el poder de una oración en tiempos de angustia



Hace días tengo en mi corazón un tema. Cuando hablo con gente hay 2 constantes que siempre surgen, la primera es que no escuchan la voz de Dios y la segunda es que no saben si Dios les está hablando, es decir, confunden si lo que escuchan es verdaderamente la voz de Dios y la voz de su corazón.

Un par de semanas atrás, mientras predicaba en nuestro Campamento Cosas Nunca Vistas, hubo un momento lleno de la gloria de Dios, donde pude oír la voz de Dios diciéndome que declarara una palabra sobre la gente (y ahorita que escribo esto siento la misma atmósfera de ese día, así que sí deseas apropiarte de esa palabra, entonces es tuya), y lo que Dios me hablaba era que muchos entrarían en un tiempo donde escuchar y diferenciar la voz de Dios no sería problema para ellos, ya no iba a ser difícil escucharle a Él, ya no mas momentos de incertidumbre tratando de saber si lo que escuchaban era la voz de Dios o la voz de las emociones. Amén.

En esto de la oración, la religión nos enseñó que se trata de un monólogo. Es decir, nosotros hablándole al Dios lejano, que está a cientos de cielos de distancia, sentado en un trono de autoridad que pareciera que no perdería su tiempo a inclinar su oído a simples mortales como nosotros. Déjame decirte que he estado ahí, pero, entendí que antes de que yo le dijera sí a Él, Él me había escogido primero, entonces eso me dio animo y entendí que Dios quiere hablarnos, somos su creación, somos sus hijos. El espíritu de religiosidad actúa de esa manera, pareciera ser respetuoso por fuera, pero promueve una desconexión y culpa por dentro. La religiosidad nos está impidiendo entrar en dimensiones de Gloria que nos pertenecen. Al final de este blog haremos una oración para renunciar a ese espíritu. La iglesia debe de sacudirse porque cuando Sus hijos se empoderan y se manifiestan, la tierra entra en libertad. Los gemidos deben cesar, así como cuando nace el hijo, y los dolores cesan, así mismo la tierra dejará de gemir cuando la manifestación de los hijos se de.

Otra cosa que hace la religión es etiquetarnos a la hora de orar. Déjeme y le explico. Cuando pecas te pone la etiqueta de pecador encima, cuando caes te pone la etiqueta de que eres un fallo, cuando desobedeces entonces la religión te etiqueta de rebelde y así sucesivamente. La condición del alma puede pesar en nosotros física y emocionalmente, pero no debe de influir en el espíritu ni en ninguna de sus hábitos, en este caso, en la oración.

La mañana de ayer me levanté angustiado, me sentía cargado y cansado. No pudimos dormir lo suficiente porque nuestro bebé se despertó muchas veces durante la madrugada. Intentaba tener un tiempo con Dios en la mañana y la angustia influía en mí. No había empezado a orar y ya estaba mi renuncia a hacerlo, pero justo ahí Dios me dijo las palabras con las cuales titulé este blog: Nunca subestimes el poder de una oración en tiempos de angustia. Dios me tuvo que tomar de su mano para llevarme a entender lo que quería depositar en mi espíritu. Me llevó al Libro de Samuel, justamente al inicio del primer libro, donde nos encontramos a una Ana, una mujer de fe, pero llena de angustia porque no podía tener hijos. Para su desgracia tenia que aguantar a Penina, la otra esposa de su marido irritándola, enojándola y entristeciéndola por su condición (1 Samuel 1:6).

Hay algo poderoso que deseo dejarte en el corazón. La Palabra habla que cada año había una celebración o fiesta a la cual iban Ana (mamá de Samuel), Penina (rival de Ana) y Elcana (esposo de ambas). Estos eventos eran realmente festejos y recordatorios de lo que Dios había hecho con su pueblo, éstos reunían miles de personas y las familias se juntaban para adorar y comer (que buena combinación). Hay una actitud de Ana que me resulta conmovedora. Su angustia no le impidió subir a adorar. Había algo dentro de ella que ganaba la batalla contra la angustia. Podemos ir mas profundo y entender que el sentimiento de angustia estaba en ella pero no la dominaba. Que gran enseñanza. Es decir, puede que hayan momentos de angustia en nuestra vida, pero también podemos negarle un lugar de influencia.

La historia del primer libro de Samuel en su primer capítulo nos cuenta que Ana, una cierta vez, se presentó delante de Dios, angustiada, enojada, con bronca en su corazón, con ganas de reclamar, con amargura y rabia. Otros prosperan, yo no. Otros son bendecidos, yo no; dijo Ana a Dios. Veo al impío florecer y yo, un justo, tengo que ser testigo de como ellos crecen, mientras por dentro todo se pudre. ¡Ya no puedo más! ¿Te sientes idenficado?

El sacerdote de turno la tuvo por borracha y la echó del templo. Se sintió confrontado por una mujer de llena de fe cruda.

Ana decidió presentarse a Dios (no a los hombres) y orarle aún cuando su angustia era grande. Como cuesta hacer eso! Sacó fuerzas de donde no habían, como lo dice Hebreos. Pudo más la promesa que la condición de su corazón. Es algo del espíritu. Lo hizo aquel ciego que le gritaba a Jesús mientras otros lo callaban, lo hizo la mujer del flujo de sangre mientras se abría paso en la multitud, lo hizo Zaqueo cuando se subió al árbol. Puede que la fe te ponga en momentos incomodos y de ridículo, pero justo ahí estás ganándole a la angustia. 

En síntesis, podemos quitarnos la etiqueta de angustiados que nos dice que así no podemos entrar en la presencia de Dios, y entrar confiadamente. Él quitó la etiqueta que nos era contraria, la clavó en la cruz triunfando sobre ella y exponiéndola.

Al final de la historia de Ana (por si no la conoce), ese tiempo intenso de oración pero también intenso de angustia se convirtió en que su condición de estéril fue quitada y Dios le concedió a Samuel, un profeta. El llanto de una mujer por un hijo se encontró con el llanto de Dios por un profeta.

Este será un tiempo donde tus momentos de oración en medio de la angustia darán frutos dulces. Donde verás respuestas de oraciones hechas en medio de tiempos donde te faltaron las lágrimas. Donde buscarás a tus angustiadores y nos los hallarás. Donde tu espíritu será más fuerte que la amargura y soledad. Hay bendiciones que se están gestando mientras oras, y están a punto de llegar.

Recuerda que la oración del justo, PUEDE mucho.

Oración renunciando al espíritu de religiosidad.
Padre, en este momento nos presentamos delante de Tí, nos declaramos libres para entrar a Tu presencia. No somos esclavos de la religiosidad y hoy nos paramos en contra de ella. La reprendemos. Religiosidad, en el nombre poderoso de Jesús, no tiene el poder de influencia en mi vida. Yo renuncio a toda religiosidad en mis hechos y pensamientos, por acción u omisión, por transferencia o heredad. Hoy me declaro libre de todas las operaciones de este espíritu. Para esto apareció el hijo de Dios para deshacer todas las obras de maldad. Hoy me desato de las cadenas de la religiosidad y sus castigos. Hoy emprendo un camino para disfrutar de la presencia de Dios, la unción, sus dones y llamado. Estoy listo para operar en lo que Dios tiene para mí. Todo lo que fue retenido por años por causa de este espíritu lo reclamo para este tiempo. En el poderoso nombre de Jesus.

lunes, 18 de diciembre de 2017

El momento en que decidí no ver más el Chinamo

Cuando llegaba el mes de diciembre, para mi era una felicidad. Con solo el hecho de pasar del 30 de Noviembre al 1 de Dicembre, algo dentro de mí hacía click y me llenaba de emoción. Era extraño; las semanas tenían los mismos días, los días tenían las mismas horas, pero en mi chip algo cambiaba. Empezaba un mes de regalos, tamales, aguinaldo, fiestas, intercambios, etc.

Sentarnos en familia a ver los toros era una de las tradiciones que más disfrutabamos. Muchas veces recuerdo que eso sucedía aún en casa de mi abuela cuando los domingos los primos, tíos y paracaidistas nos juntabamos a ver en un tele de cajón las corridas. Que lindos tiempos aquellos.

Una vez fuimos afuera del redondel, eramos tantos que no había la plata suficiente para entrar; pero estar afuera, viendo a los toros dentro de un camión, pasar por los puestos de carne y pasar cerca de los improvisados era casi tan emocionante como haber entrado. Recuerdo estar entre el público frente a la tagada mientras veia a ese monton de maleantes que se subían ahí. Que miedo.

Puede que cuando usted lee esto se devuelva a esos tiempos, tan diferentes a los de ahora, tan inocentes, tan llenos de color criollo.

Si hay algo en la cultura costarricense que sea una buena formula son los toros en Diciembre. En otro mes probablemente no los difrute como lo hago en Diciembre. En otros meses me suenan a imitación o hasta los siento cansones. Puede que sea una manera cuadrada de pensar, pero así me resulta la idea.

Hace muchos años, al Diciembre se le añadió una buena propuesta que fue el Chinamo de Canal 7. Diciembre se volvía un mejor mes, porque además de toros, disfrutabamos de un programa de musica, concursos, camaras escondidas, pachos, etc. Casi unos 20 días del mes era un hecho que Canal 7 se ganaba a las familias ticas en horario nocturno.

Recuerdo mucho disfrutar a Chico Loco asustando gente en los parques y calles. Ademas de camarás ocultas hechas a periodistas del Canal. Wow, eran buenas. Pero algo cambió.

Hace años las cosas empezaron a cambiar, el ambiente familiar del programa dejó de percibirse. Aún siendo adulto yo podía sentir como las cosas subieron de tono en un dos por tres. El humor se convirtió en vulgar y el entretenimiento se enfocó en sketchs lleno de muchachas chingoletas hasta para tirar para arriba. Las canciones de critica social se tornaron un calendario de bikinis y vulgaridad y por momentos hasta a mi me daba verguenza que en plena casa hubieran niños viendo eso.

La tarima dejó de ser entretenida y las secciones dejaron de ser graciosas. Los patrocinadores de alcohol aumentaron y los lounges se volvieron llenos de modelos que para mercadear unos chicles tenian que andar peladas y rodeadas de 20 hombres repellándolas y respirandoles en la nuca, mientras ellas fingian disfrutar la oportunidad de convertirse en una modelo que se le estaba abriendo carrera profesional pasando por el canal.

Que basura. Hace años dejé de ver esto. La idea de que un día yo estuviera viendolo y que mi hija entre y me vea prestándole atención me da pena. Ahora, usted puede llamarme extremista. Está bien, pero personalmente creo que la televisión (y especialmente Canal 7) es de los agentes mas fuertes desde donde se promueven corrientes "open mind" que nos destruyen y nos invaden con el mensaje que debemos de aceptar valores y pensamientos que van en contra de lo que Dios estableció. Puedes llamarme religioso. Puedo vivir con eso.

Es casi imposible pensar que puedes ver este programa tranquilo sin que en algún momento el tono no se pase de la raya, y hasta ofendido puede resultar uno. Soy fiel admirador del humor. Disfrutaba a Dante Gebel haciendo shows sin necesidad de entrar en doble sentido o insultos. Ver la calidad de Les Luthiers o humor como el de cantinflas que se ven que era un humor pensado, en añgun momento sarcástico y pachotero, pero de que era diferente al de ahora, eso nadie puede negarlo. Hoy en día el chiste es bien malo y con falta de creatividad. Muchos chistes de algunos humoristas dejarón de ser buenos a inicios de los años 2000, y aún nadie les dice.

Si hay algo que nos hace falta es ser buenos administradores. Hasta con nuestro tiempo e ideas debemos serlo. Nuestra mente es una fábrica, es una alumbradora de ideas. Definitivamente pienso que al ver estas cosas le entregamos minutos que jamás recuperaremos. ¿Cúantas cosas buenas pudieron haberse gestado o beneficiado de ese tiempo?. En fin, como este blog es personal, creo que tengo la libertad de hablar mis ideas y proponer. Pude haberlo hecho bien largo, tengo muchas cosas para decir.

La chimoltrufia decia una frase bien adecuada: "no nos hagamos tarugos", unos 3 minutos del sueño de Navidad no pone la balanza en justicia. 2 minutos de la canción del Marinero de Jose Luis Perales (deja el odio y ven conmmigo porque llegó Navidad) no compensa. Doble moral

Mi intención es que, usted como persona que ama a Dios, piense qué diría Jesús si se sentara contigo a ver estos programas.

Les bendigo.

Volveré.


sábado, 16 de septiembre de 2017

El Peso de Quedar Bien en Todo

Semana a semana converso con muchas personas por teléfono, mensajes, videollamadas o cara a cara. Algunos, puedo decir, me han dado la honra de conocerles a fondo. Su ambiente, problemas, emociones, sentimientos, luchas, anhelos, etc. Muchos de ellos son personas que han influenciado mi vida (y estoy seguro que la de muchos otros). Y en este andar descubrí facetas de muchos ellos que no conocía, entendiendo que, muy pocos de ellos se muestran así ante los demás. Repito, muy pocos.

Tengo vario tiempo meditando en un común denominador que surge a resultado de conversaciones con algunos de ellos (y otras personas).

Siento que hay muchos cargando un peso que les carcome y angústia profundamente su interior.
 

Siento que hay gente que camina como si le deben una explicación a los demás. Dependen sus decisiones del cómo reaccionarán los demás si hago X o Y cosa. En muchos casos privándose del factor sorpresa que puede darle la vida; ganándoles más la ansiedad invisible del qué dirán o qué pensarán de mí.

Se que hay un lugar en nuestro corazón, que tiene la etiqueta de "aprobación de los demás". Es natural querer recibir palabras de honra y afecto de gente importante para nuestra vida por nuestros logros y aciertos. Todos necesitamos un dosis de ello. Pero, a pesar de que hay una medida para esta área de nuestro corazón, algunos no saben caminar por el territorio donde la aprobación se terminó o no existe. Es decir, dejaron que la opinión ajena dirija sus vidas. Tanto así, que los deseos de los demás para con su propia vida se convirtirieron en sus propios deseos, y la vida se tornó en un saco pesado de llevar.

Si quisieramos ir más profundo podemos hacerlo. Porque es bien sabido que usted nunca va que quedarle bien a todos. Y a pesar de quienes dicen que no hay verdad absoluta, esto es absolutamente verdad.

¿Te has topado con adictos al alcohol o a alguna droga e inmediatamente piensas "¿cómo puede esa persona haber escogido vivir así?". En muchos casos hay gente viviendo bajo la droga de la complacencia ajena extrema. Llegando a vivir como indigentes en el corazón. Anhelando salir de ello, prometiendo no consumir más, pero fallando en el intento. Iniciando el círculo vicioso una y otra vez. Postponiendo sueños. Reservándo ideas. Viviendo una vida calculadora.

¿Cuantos empezaron la universidad, un negocio, una relación, etc. solo por la maldita razón de no querer defraudar a los demás?

Es extraño, vamos a ver si profundizamos un poco más. El sentimiento es tan perverso, que cuando actúas para agradar a los demás, y fallas, ese mismo sentimiento te imposibilita de reclamarle a quienes deseabas complacer porque justamente después del fallo no queda nadie. Fueron segundos donde la culpa estalló adentro, y es tan invasiva que prefieres mejor no confrontar, porque te pararás de ésta solo para seguir el camino de volver intentar de nuevo ganarte la aprobación de los demás.

Luchar por la aceptación descontrolada de los demás en todo lo que se hace demuestra inseguridad. Demuestra estar pegado a una fuente incorrecta. En muchos casos podemos ver que hay personas que necesitan contar los "Me gusta " que recibieron de una publicación en su red social. Vemos a menudo (y mayormente mujeres) subiendo fotos mostrándo un poquito más de lo normal, solo para ver quienes se asoman a piropear. Hay quienes esperan ansiosamente el día de su cumpleaños porque necesitan saber cuál es la opinión que tienen los demás. ¿Sabes?, nadie te dice cosas feas en tu cumpeaños! Así que si deseas saber qué piensan de tí, no escojas ese día.

Cuando miro la vida de Jesús me agrada la idea de que caminó sin pensar en qué iban a decir los demás de él. Rompía el esquema prominente de este tiempo de agradar a diestra y siniestra. Pienso en estos ejemplos:

- Estuvo en una sinagoga leyendo el rollo y autoproclamándose la profecía cumplida.
- Se dejó lavar los pies por el perfume de una mujer prostituta, en la casa de una persona "importante" que no quiso saludarle de beso cuando llegó.
- Hizo bajar a un recaudador de impuestos (estafador) de un árbol, para ir cenar con él y su familia.
- Le pidió agua a una mujer que tuvo 5 maridos y que era de una nacionalidad rival de la época.
- Sanaba en los días prohibidos.
- Maldecía a los árboles que no producían frutos.
- Andaba con gente que no ayunaba ni se lavaban las manos al comer.
- En sus reuniones la gente rompía las casas.

En fin, creo que Jesús caminaba con un corazón motivado por agradar solamente al Padre y ese es el ejemplo que debemos de seguir. Cuando agradas al Padre sientes la satisfacción que eso te llenará. Te traerá paz. Te levantará.

Es necesario que nos detengamos. Que dejemos de ser severos con nosotros mismos. El daño es personal. Muchos corazones son destruidos por el simple hecho de la presión a la que se someten por este mal.

Vivimos en una sociedad a la que tenemos que cumpirle expectativas y muchas de ellas son peligrosas. No dejes que un sentimiento controlador de quedarle bien a toda la humanidad y alimentarse del qué dirán de tu vida sean los que timoneen tu vida.

Vas a fallarle a tus padres, a tu esposa, tu pastor, tu jefe, etc. Pero hay una libertad en agradar al Padre, y ahí es nuestro lugar y refugio. La culpa no nos gobernará estos días. Caminaremos en paz, caminaremos más livianos. 




Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1 
Dios te bendiga. 


miércoles, 21 de junio de 2017

Encontré la Iglesia Perfecta

Encontré la Iglesia Perfecta


Durante muchos años asistí a una iglesia donde servía. Gozaba el privilegio de pertenecer a varios ministerios de la congregación y fue un tiempo provechoso de bastante crecimiento.
Estar en constante actividad, reuniones y tener mucha confianza con líderes y pastores era una bendición, pero también era una exposición a ciertas cosas que pasaban que, sin duda, Dios me enseñaba a través de ellas.

Después de haber salido de esa congregación, dejando las puertas abiertas; entramos en un tiempo bastante extraño para nuestras vidas. Nuestra agenda pasó de tener semanas full a quedarnos tranquilos en casa. Nos sentíamos extraños. Las primeras noches eran eternas y los fines de semanas se volvieron relajados. Cosas que no sentíamos hacía mucho tiempo. Empezamos a darnos cuenta qué programas transmitía la televisión en el momento, cuáles eran las series y shows de la actualidad, etc. Fue como una reconexión con hábitos y costumbres donde trabajábamos por encajar en ellas.

Déjeme y le explico, nosotros habíamos salido de la iglesia porque Dios nos estaba llamando a otras cosas. Créame que echar raíces y después alejarse del lugar es una crisis que solo quienes han pasado por ella pueden dar fe. Pedimos confirmaciones, sueños, visiones, profecías, estuvimos en ayunos, rogábamos a Dios por recontra confirmaciones de que realmente era Él el que nos llamaba a movernos. No hay cosa más espeluznante que sentir en el corazón que estás caminando por la vida en condición de desobediente y sin cobertura, y nosotros queríamos evitar eso.

Fue como una lucha de 2 poderes. Estábamos obedeciendo a Dios pero el enemigo quería ponernos culpa y condenación... ¿le ha pasado?... mi esposa y yo al vernos con un calendario despejado y con la mente llena de ideas y ataques; y súmele a eso que estábamos recién casados; era como que una bomba estaba adentro nuestro y algo debíamos hacer con nuestro tiempo.

Recuerdo temporadas muy lindas en la iglesia mencionada. Pero también recuerdo otras experiencias no tan gratas. Conocí la división, las votaciones pastorales, la disciplina, el serrucho y los proyectos pro-construcción. Sin duda, todos ellas aportaron aprendizaje y entender las razones del porqué el amor de muchos se ha enfriado.

Hubo momentos también de disfrute y vacilón. Por ejemplo, conocí a la hermana que detiene las reuniones porque recibe una palabra apocalíptica de parte Dios que debe soltarla justo mientras el servicio transcurría. En muchos casos no se podía esperar a que terminara el sermón, y en otras la palabra era para quienes tuvieran el don de interpretación de lenguas porque no recibía la información en español. Supe lo que era recibir jóvenes en los campamentos que eran como si los padres descansaran el fin de semana del hijo gadareno que tenían y pensaban que en 3 días se lo devolveríamos renovado, santificado y sirviendo. Se lo que es estar en plena predicación y que personas se duerman. Algunas aprovechan ese don del Cielo del teatro para simular un poco el asunto. ¡No sé cómo hacen para dormirse en postura de adorador quebrantado! Conozco de cerca las hermanas que aprovechan la adoración para ver el catálogo de AVON, apuntarse su maquillaje, hacer cálculos y sacarle el jugo a la hoja de ofertas. Se lo que es ver al músico enamorando desde el altar al amor de su vida. Innumerables veces apoyamos a los ujieres y ancianos a sacar al borracho violentamente porque interrumpía el servicio.

En fin, no puede haber mucha diferencia entre aquellos tiempos y los modernos en cuanto a comportamientos de irreverencia e injusticias que pasan dentro de las congregaciones.

Desde el frente, es muy fácil reconocer quién desea salir corriendo de la reunión, quién anhela desesperadamente la unción, quién llegó porque es una actividad importante, quien está viendo que "pesca", quien tiene cara de "profetíceme", etc. En algunos casos cuando hay una congregación con mucha hambre y necesidad es casi posible que a través de la mirada y postura de la gente, percibas que han venido por una respuesta del Cielo, y para todo predicador, ese es el público con que uno siempre desea toparse. Debo reconocer que por momentos me he sentido dolido que haya personas que mientras se predica la estén revisando las redes sociales, riéndose, hablando entre ellas, distrayéndose, y otras acciones más. Entiendo que hay momentos para todo, por eso mismo lo digo, pero hay una línea delgada que no debemos cruzar y debemos respetar. No es que la gente esté robotizada, inmóvil o freezada; sino más bien que haya un respeto, primero por la presencia de Dios y luego por quien esté exponiendo, sabiendo que, en la mayoría de los casos, hubieron tiempos de oración y preparación para ese momento. Muchas veces la persona que predica se imaginó ese servicio viendo a muchos siendo tocados por Dios y derramándose la presencia en la gente. Eso fue un pantesis.

Mi esposa y yo tomamos una decisión. Haber dejado la iglesia y hacer visitas a algunas otras en busca del lugar donde Dios quería establecernos era medio complicado. En todos los casos en los que visitamos una congregación nos devolvíamos para la casa con un sabor de que ese no era el lugar. Con esto no quiero decir que la iglesia era mala, o que no cumplían nuestras expectativas, sino simplemente sentíamos que el Cielo no nos daba luz verde.

Después de pasar este experimento en múltiples ocasiones decidimos empezar a tener nuestros servicios familiares en casa. Ella y yo. Solos. Buscando a Dios. No lo habíamos hecho nunca, por lo menos en condición de familia. Nuestra vida estaba afuera, pero encontramos que había un vacío adentro. Dios quería tratarnos en lo íntimo para después entregarnos mayores visiones en lo público. Empezamos paso a paso teniendo tiempos de adoración bien sublimes. Con frecuencia Dios nos daba palabra el uno para el otro. Era un experimento de prueba y error. Después de sentirnos desconectados descubrimos que esa reconexión con el Cielo estaba al dedo. Encontramos la iglesia perfecta. Encontramos que en ella puedo adorar sin pensar qué está haciendo la persona de al lado. Supimos lo que es que entre sus miembros no hubiera quien juzgara el uno o al otro. Tuvimos el valor de confesar pecados y continuar como si nada hubiese pasado. Eso es amor. Los servicios en esta iglesia fueron convirtiéndose en emocionantes lugares de restauración, perdón y establecimiento. Nos dimos cuenta que el estar ocupados nos había robado ciertas vivencias básicas del amor de Dios que nunca debimos haber dejado (o ahora que lo pienso nunca se nos fueron enseñadas). En esta iglesia, no hay programas qué cumplir. Nos topamos con qué todos participábamos y nos dejábamos usar por Dios, dejando de lado la idea de que algunas funciones son solo para gente supremamente escogida por la corte celestial. Nos sentíamos bien. No tenía que aparentar si ese día fue un mal día para mí. No teníamos que ocultar nuestras debilidades delante nuestro porque la restauración y la intimidad nos ponía en un lugar donde éramos iguales, nos volvíamos a crear, teníamos el mismo ideal, nuestro único objetivo era el Reino y la presencia de Dios. Y esto cambió para siempre nuestra perspectiva.

Dios nos estaba haciendo un llamado a sus cámaras. Necesitábamos urgentemente encontrarnos con la bendición de la reunión familiar. Dios mismo nos guió y nos puso en el camino correcto.

Muchas revelaciones han llegado a nuestras vidas a través de las reuniones en ésta iglesia. Puedes tener por cierto que en ésta iglesia las puertas están abiertas 24/7 y Dios solo pide un requisito. Disposición.

Vale el espacio para aclarar que Dios después nos ubicó donde Él quería que sirviéramos y creciéramos. Donde aportaríamos de lo que Él nos ha enseñado y donde nos sentiríamos parte de un cuerpo donde la cabeza es Cristo. Esos tiempos también los anhelábamos. Pero hubo algo muy fácil de ubicar. Dios nos necesitaba en la iglesia del hogar primero. Hasta el día de hoy asistimos a esos servicios. Ahora la familia ha crecido y mi hija es parte de las reuniones. Inclusive ella nos profetiza. Pronto seremos más en la familia y entendemos que ya Dios estableció algo y debemos de continuar. El modelo de familia que Él nos dejó no debe deteriorarse con ideas de la diversidad. (Después haré un blog de eso. Pero estoy completamente seguro que el diseño de Dios para gobierno y transformación de las naciones se encuentra en la familia. 

Finalizo diciendo que hay 2 excusas baratísimas que la gente pone para dejar de congregarse. La primera es que en las iglesias le sacan la plata. Yo no se usted, pero a mí nunca me sacaron un puñal o me enjacharon para ofrendar o diezmar. Ningún ujier me metió las manos en los bolsillos o en la cartera para que los billetes fueran puestos en una canasta. Si usted es de esa corriente que dice que en la iglesia solo sacan plata. Pídale a Dios dominio propio. Por ahí empieza el tratamiento del problema. Ahí está la raíz. De algo estoy seguro, Dios no necesita su dinero. La segunda excusa es que la iglesia está llena de gente hipócrita. Pues sí, la hay, y mucha. A mí me han dicho hipócrita, y muchas veces. Imagínese el grado de hipocresía que tuviera la gente si del todo no asistiera a la iglesía. Digo, yo siempre he entendido que la congregación es un lugar donde en unidad adoramos a Dios y crecemos en conocimiento, donde se nos dan herramientas para la extensión del Reino y donde como un solo cuerpo exaltamos el nombre de Cristo. Yo por lo menos, y no es que me las crea de santulón, no voy a la iglesia a mirar a los demás. Es como cuestión de enfoque. Así como no voy a un estadio, por ejemplo, a ver cómo la gente se viste. Más bien he escuchado muchas veces que la iglesia es una clínica del alma. Que se junten los hipócritas, los necesitados, los pecadores, los que caminan en desiertos, los que están en procesos, los enfermos, etc. en un lugar en común es bastante obvio que demuestran que hay alguien más fuerte que ellos y que le buscan, y entendieron que no hay culpa en su condición que les impida presentarse delante de Dios para alcanzar misericordia. Cuando encuentres una congregación perfecta, aléjate de ella, la echarás a perder.

En fin, creo que mi mensaje es muy claro. Es la narración de algo que Dios reveló a nuestras vidas. Lo que funciona en el hogar, funcionará en la nación dijo Brunet.

No dejes de congregarte. Si te vas a ir de tu iglesia, hazlo sabiendo que Dios te dirigió hacerlo. Habla con tu pastor. Es muy feo comer en un lugar y retirarse sin siquiera dar las gracias.

Busca a Dios en la iglesia del hogar que al final es la traducción de tiempos de intimidad con Él.

Y mi último consejo. Si vas a dar una palabra profética en lenguas, asegúrate que haya alguien que la interprete.

viernes, 12 de mayo de 2017

Vergüenza y Desconexión

De acuerdo a la Dra. Brené Brown, una investigadora social con 3 especialidades en trabajo social, hay muchos efectos secundarios extremadamente destructivos cuando ocultamos nuestras debilidades. Cuando Brené empezó a estudiar la raíz de las principales disfuncionalidades de la sociedad, sorprendentemente, encontró que la mayor necesidad del corazón del ser humano es el deseo de sentirse conectado, amado, y conocido. Pero lo que ella a continuación fue asombroso.

La vergüenza es la raiz de una sociedad destruida.

Brené define vergüenza como "el miedo a la desconexión". Curiosamente, el miedo a la desconexión ("tengo miedo a que yo no te guste") es también la mayor causa de la desconexión. En otras palabras la vergüenza es el archienemigo de la conexión.

Hay una gran diferencia entre culpa y vergüenza. La culpa te dice, "Tu hiciste algo malo" mientras que la vergüenza te dice, "Tu eres malo. Tu no eres lo suficientemente bueno, lo suficientemente listo, lo suficieintemente bonito, lo suficientemente experimentado, los suficientemente espiritual, etc. para ser amado y aceptado". No hay necesidad de decir que, la vergüenza te roba tu sentido de aprobación.

Brené fue más profundo con la vergüenza, y encontró que las personas que viven con vergüenza tienen sentimientos profundos de indignidad (no sentirse digno de las cosas). En otras palabras, la razón por la cual la vergüenza tiene tanta fuerza en los corazones es porque ellos sienten que no merecen ser amados. Por razones obvias esto causa que las personas se escondan para proteger su corazón, sin saber que esconderse solo ayuda a crear un ecosistema de desconexión.

Déjame explicarte como funciona: usted se siente indigno, entonces se siente avergonzado. Usted está avergonzado, entonces te escondes. Cuando te escondes, te sientes desconectado. Cuando estás desconectado, te sientes indigno... y así empieza un ciclo interminable.

La manera más común de hacerle frente a este ciclo es bajar el nivel de dolor, a menudo la gente se medica contra la vergüenza usando drogas, ahogandose en pornografía, satisfaciendose con comida, o culpando a los demás por su dolor. Por supuesto, ninguna de ellas realmente funciona.

Para hacer peor el asunto, usted no puede seleccionar como aliviar el dolor, cuando tratas de aliviar el dolor solo te alejas del gozo, placer, emoción y así sucesivamente. Es ahi donde entonces la vida se vuelve un lugar de sobrevivir y no de luchar.

Entonces cuál es la respuesta? Brené descubrió que la vulverabilidad es lo que quiebra el ciclo de la vergüenza y la desconexión. Sí, usted leyó correctamente, ser realmente tu mismo extingue el fuego de la vergüenza y elimina las cenizas de la desconexión.

¿Qué es ser vulnerable? Es decir "te amo" primero, arriesgar ser rechazado, ser transparente. Vulnerabilidad es ser visto, ser conocido, y ser real. Es reconocer tus debilidades y abrazarlas como oportunidades de Dios.

Pablo lo pone de esta manera:

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9



Extracto del Libro "Destinado a Ganar" de Kris Vallotton


lunes, 20 de junio de 2016

Dios no usa faja reductora

Proverbios 22:6
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

No soy mucho de ver televisión, sinceramente en algunas ocasiones me molesta mucho el contenido de los programas, fábulas y la programación en general. Sé como escoger lo que debo ver: aquello que me despierte ideas y creatividad, y lo que me conecte con Dios.

Me gustan los [verdaderos] realities, por ejemplo los que toman casas y las reconstruyen o las renuevan, los que hacen pasteles, los de modificaciones de autos (#MartesDeMotores) y los de chefs.

En mi rol de padre, siempre me gusta supervisar lo que ve mi hija. Hay que entender que la influencia de la televisión en los niños es mayor a la que imaginamos. Los que somos papás sabemos que Disney Junior, Discovery Kids y los canales infantiles son nuestros aliados. Somos la especie que no se avergüenza de tararear públicamente las canciones de la Casa de Mickey Mouse, La Doctora Juguetes, Junior Express y tenemos un buen repertorio de canciones de películas que nos las sabemos de atras para adelante, como "Libre Soy, Libre Soyyyy" o cualquiera de Toy Story, Bolt u Hotel Transylvania. Eso era solo para algunos.

Pero bueno, volvamos a lo de la influencia. Creo que la televisión no solamente influye en los niños, sino que pone una semilla en todas las diferentes audiencias.

Soy responsable de supervisar lo que ve mi hija porque así como hay programas educativos y muy buenos para el desarrollo, también nos encontramos con contenido llenos de brujería, irrespeto y anti-valores. Nuestra visión nunca ha sido una prohibición ardida, sino la construcción de valores en ella. Cuando prohibimos sin que haya una verdadera enseñanza, nos encontraremos a nuestros hijos explorando terrenos por curiosidad; y eso es peligroso.

En unos de esos fines de semana de descanso (los cuales son pocos), estuve haciendo zapping dándole como 5 vueltas a todos los canales habidos y por haber. Ese mismo momento donde tu esposa te dice: "deje algo!". Mujeres del mundo: los hombres simplemente no podemos "dejar algo", en los anuncios tenemos que aprovechar y pasar canales para buscar algo "por mientras". En el medio tiempo de los partidos necesitamos ver si hay algún otro partido y llenar nuestras venas de fútbol. Somos capaces de ver y seguir 2 series que están dando al mismo tiempo, aunque si nos preguntaran no podamos darle detalles de las 2. #AsíSomos.

El asunto es que ese día, mientras pasaba los canales, me topé con que una gran cantidad de ellos, en cierta franja horaria, transmiten programación de ventas por televisión (valga la redundancia). Nunca en mi vida he comprado ningún producto de los que muestran en televisión. Algunos definitivamente son útiles y parecen ser buenos, pero hay otros que sinceramente, repito, sinceramente son una pérdida de tiempo y de dinero. Y con esto me refiero a un buen porcentaje de los productos hechos para bajar de peso o reducir tallas.

Es demasiado obvio que muchas de las personas que contratan en estos comerciales para representar el "antes" y el "después" no son la misma persona. Muchas veces usan fotos photoshopeadas o simple y descaradamente a estas empresas les da igual el método que utilicen para el engaño siempre y cuando la gente les compre. No me explico como siguen al aire este tipo de programación, pero después de analizar el asunto llego a la conclusión de que existen porque hay gente que sí compra. Eso es algo de oferta y demanda. Para toda media rota hay un zapato no-se-qué dice el dicho.

Cuando miraba estos anuncios me doy cuenta que somos gente al que le gusta saltarse los procesos. Nos gusta obtener resultados sin hacer esfuerzos. Queremos estar fit viendo televisión mientras una faja reductora hace el trabajo por nosotros para reducir 2 tallas en 30 minutos. Unos chuponcitos pegados en nuestro abdomen haciéndonos masajes o contracciones nos evitarán hacer largas sesiones de ejercicios. Y ni qué decir de los batidos que ayudarán a bajar de peso y la almohada que lo hace dormir como oso en siesta.

Cuando procesaba toda esta información, Dios me trae a memoria el pasaje con el que abrimos este blog. Instruye al niño en el camino y cuando fuere viejo no se aparatará de él. No se si usted en alguna oportunidad analizó ese pasaje, pero Dios habla en él de un proceso de vida, largo y de muchos años. Cuando lo leemos de corrido vemos solo 2 etapas, la niñez y la vejez, pero, ¿donde están la pre-adolescencia, adolescencia, juventud y adultés? El autor no nos habla de ellas, pero existen. Nadie pasa de niño a viejo de la noche a la mañana.

Dios ha venido hablándonos de eso, de que él es un Dios de procesos largos, procesos de temporadas, procesos de años, procesos de décadas, procesos de vida, etc. Eso a nadie le gusta escucharlo. Queremos los tiempos acelerados, los atajos y la vía rápida, las bendiciones express y alcanzar cosas de la noche a la mañana. En algunas ocasiones hay sorpresas del Cielo que nos vienen así, de hecho Dios sí acelera los tiempos, pero en la palabra encuentro muchos hombres de Dios metidos en procesos bien prolongados. Nos duele pensar en que debemos de meternos en desiertos o áreas inciertas para alcanzar cosas y llegar a tierras prometidas.

Cuando veo el llamamiento de Nehemías, supe que Dios nos hablaba directamente de este tema. Dios llama a este hombre a restaurar a una ciudad entera que está destruida. A levantarla de las cenizas y el polvo. Yo nunca he visto que una ciudad sea (re)construida en un corto tiempo. Ni siquiera cuando es levantada por chinos. Sino que veo un proceso que empieza desde lo más básico (que podría convertirse también en lo más complejo) que son los fundamentos y de ahí empezar la obra restante, hasta alcanzar completar un plano. Ahora, ¿cuándo una ciudad ha dejado de construirse?, ¿no pasa lo mismo con la vida?. Tengo casi 10 años de casado y unos 14 años de conocer a mi esposa. Aún en todo este tiempo no hemos terminado de construir, no hemos llegado a nuestro fin, estamos en un medio que nos llevará una eternidad.

Dios quiere a un pueblo que ha sido probado, que ha sido encontrado aprobado y que no tiene nada de qué avergonzarse. No nos engañemos como quieren hacer estos anuncios. En Dios los procesos son largos y requieren que permanezcamos fieles, resistir y esperar. ¿A quién le gusta esas palabras?. De algo estoy seguro y es que Dios no usa faja reductora.