miércoles, 6 de enero de 2016

El evangelismo en su forma más pura es un desborde de Adoración



El evangelismo en su forma más pura es un desborde de Adoración


Estos dos temas están tejidos intrínsecamente en el corazón, mucho más de lo que pensamos a primera vista. La única diferencia es el nivel de urgencia: adoración, mientras que es absolutamente apropiada y necesaria ahora, y además continuará toda la eternidad; el evangelismo es solo para el tiempo de vida.
                Esto podría mover algunos al pensamiento que el Evangelismo es una prioridad para el creyente. Después de todo, salvar almas es supremo mientras todavía estemos en este planeta. Esto es así, hasta que ves el amar de Dios primero, junto con todas sus expresiones y matices, lo que realmente agrega definición, poder y presencia a nuestros esfuerzos evangelísticos.
Hay una conexión poderosa entre nuestro amor por Dios y nuestro amor por la gente. El evangelismo usualmente es reducido a gente convirtiéndose en proyectos y la gente odia ser el proyecto de otras personas. ¿A quién le gusta ser el proyecto de algunos fanáticos religiosos para que se sientan bien en su devoción por Dios? Nadie quiere ser la contratapa arrugada de la Biblia de otro. Quizás esta sea, en parte, la razón por la que el evangelismo suele ser una mala canción.
Aún cuando el evangelismo es real y necesario, y es un deleite apasionado para nuestro Padre. Él quiere que todos sean traídos a Su familia. Un tema fuerte en El Nuevo Testamento a través de Jesucristo fue que estamos para amarnos los unos a los otros. “Otro” para Jesús fue más que solo los miembros de su propia familia o iglesia. Para Jesús, fue el hombre que fue asaltado y fue dejado moribundo hasta que el buen Samaritano lo rescató. Para Jesús, fue el hombre recolector de impuestos que subió a un árbol para verle mejor o la mujer que fue sorprendida en el acto de adulterio. Para Jesús, “otro” fue Pilato, quien se negó a soltarlo, el ladrón que lo colgaron a la par de Él en una cruz, y los líderes religiosos que trabajaron en contra de Sus propósitos. “Otro” representa a la gente por la que Él murió.
No puede haber amor más grande en nuestros que nuestro amor por Dios. Todo lo que amemos por encima de Él es idolatría. Nuestro amor por Dios, manifestado a través de adoración apasionada, agrega llenura y definición a nuestro amor por la gente. El segundo es incrementado por el primero.
Recuerdo una conversación con un joven que amaba mucho a su novia. Él tenía miedo de rendirse a Cristo porque él pensaba que le quitaría su habilidad de amar a su novia. Además del problema obvio de ponerla a ella primero que Dios, él estaba perdiendo la hermosa realidad de cuanto amar a Dios primero afectaría el resto de su vida. Yo realmente soy capaz de amar a mi esposa más de lo que sería si ella fuera mi número uno.
Esa es una de las aparentes contradicciones de vivir en el Reino de Dios. Es lo mismo que cuando morimos para que vivamos, o que somos exaltados a través de humillarnos, así amo más a mi esposa amando a Dios primero.
Este concepto también es una verdad aplicado al evangelismo. Amando a Dios primero, de la mejor manera y apasionadamente suelta sobre nosotros amar a las personas más auténticamente y más efectivamente. El Evangelismo entonces viene a ser impulsado por nuestro amor por Dios.
Cuando Isaías vio a Dios sobre un trono alto y sublime (ver Isaías 6), nosotros leemos sobre la abrumadora presencia de Dios de ese encuentro, pero la parte que más me mueve es la respuesta de Isaías.
Dios preguntó, “¿A quién enviaré?”
Isaías dijo, “Envíame a mi”
Cualquiera que verdaderamente adora a Dios ve el corazón de Dios. Y cualquiera que ve realmente el corazón de Dios va a tener una respuesta similar a la de este gran profeta. “Envíame a mí”. Esto significa que Evangelismo, siendo enviado por Dios a los campos de la cosecha, nunca es mejor que cuando viene desde el corazón de un adorador quién haya realmente visto el corazón de Dios en adoración.

Bill Johnson
Experience The Impossible