lunes, 20 de junio de 2016

Dios no usa faja reductora

Proverbios 22:6
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

No soy mucho de ver televisión, sinceramente en algunas ocasiones me molesta mucho el contenido de los programas, fábulas y la programación en general. Sé como escoger lo que debo ver: aquello que me despierte ideas y creatividad, y lo que me conecte con Dios.

Me gustan los [verdaderos] realities, por ejemplo los que toman casas y las reconstruyen o las renuevan, los que hacen pasteles, los de modificaciones de autos (#MartesDeMotores) y los de chefs.

En mi rol de padre, siempre me gusta supervisar lo que ve mi hija. Hay que entender que la influencia de la televisión en los niños es mayor a la que imaginamos. Los que somos papás sabemos que Disney Junior, Discovery Kids y los canales infantiles son nuestros aliados. Somos la especie que no se avergüenza de tararear públicamente las canciones de la Casa de Mickey Mouse, La Doctora Juguetes, Junior Express y tenemos un buen repertorio de canciones de películas que nos las sabemos de atras para adelante, como "Libre Soy, Libre Soyyyy" o cualquiera de Toy Story, Bolt u Hotel Transylvania. Eso era solo para algunos.

Pero bueno, volvamos a lo de la influencia. Creo que la televisión no solamente influye en los niños, sino que pone una semilla en todas las diferentes audiencias.

Soy responsable de supervisar lo que ve mi hija porque así como hay programas educativos y muy buenos para el desarrollo, también nos encontramos con contenido llenos de brujería, irrespeto y anti-valores. Nuestra visión nunca ha sido una prohibición ardida, sino la construcción de valores en ella. Cuando prohibimos sin que haya una verdadera enseñanza, nos encontraremos a nuestros hijos explorando terrenos por curiosidad; y eso es peligroso.

En unos de esos fines de semana de descanso (los cuales son pocos), estuve haciendo zapping dándole como 5 vueltas a todos los canales habidos y por haber. Ese mismo momento donde tu esposa te dice: "deje algo!". Mujeres del mundo: los hombres simplemente no podemos "dejar algo", en los anuncios tenemos que aprovechar y pasar canales para buscar algo "por mientras". En el medio tiempo de los partidos necesitamos ver si hay algún otro partido y llenar nuestras venas de fútbol. Somos capaces de ver y seguir 2 series que están dando al mismo tiempo, aunque si nos preguntaran no podamos darle detalles de las 2. #AsíSomos.

El asunto es que ese día, mientras pasaba los canales, me topé con que una gran cantidad de ellos, en cierta franja horaria, transmiten programación de ventas por televisión (valga la redundancia). Nunca en mi vida he comprado ningún producto de los que muestran en televisión. Algunos definitivamente son útiles y parecen ser buenos, pero hay otros que sinceramente, repito, sinceramente son una pérdida de tiempo y de dinero. Y con esto me refiero a un buen porcentaje de los productos hechos para bajar de peso o reducir tallas.

Es demasiado obvio que muchas de las personas que contratan en estos comerciales para representar el "antes" y el "después" no son la misma persona. Muchas veces usan fotos photoshopeadas o simple y descaradamente a estas empresas les da igual el método que utilicen para el engaño siempre y cuando la gente les compre. No me explico como siguen al aire este tipo de programación, pero después de analizar el asunto llego a la conclusión de que existen porque hay gente que sí compra. Eso es algo de oferta y demanda. Para toda media rota hay un zapato no-se-qué dice el dicho.

Cuando miraba estos anuncios me doy cuenta que somos gente al que le gusta saltarse los procesos. Nos gusta obtener resultados sin hacer esfuerzos. Queremos estar fit viendo televisión mientras una faja reductora hace el trabajo por nosotros para reducir 2 tallas en 30 minutos. Unos chuponcitos pegados en nuestro abdomen haciéndonos masajes o contracciones nos evitarán hacer largas sesiones de ejercicios. Y ni qué decir de los batidos que ayudarán a bajar de peso y la almohada que lo hace dormir como oso en siesta.

Cuando procesaba toda esta información, Dios me trae a memoria el pasaje con el que abrimos este blog. Instruye al niño en el camino y cuando fuere viejo no se aparatará de él. No se si usted en alguna oportunidad analizó ese pasaje, pero Dios habla en él de un proceso de vida, largo y de muchos años. Cuando lo leemos de corrido vemos solo 2 etapas, la niñez y la vejez, pero, ¿donde están la pre-adolescencia, adolescencia, juventud y adultés? El autor no nos habla de ellas, pero existen. Nadie pasa de niño a viejo de la noche a la mañana.

Dios ha venido hablándonos de eso, de que él es un Dios de procesos largos, procesos de temporadas, procesos de años, procesos de décadas, procesos de vida, etc. Eso a nadie le gusta escucharlo. Queremos los tiempos acelerados, los atajos y la vía rápida, las bendiciones express y alcanzar cosas de la noche a la mañana. En algunas ocasiones hay sorpresas del Cielo que nos vienen así, de hecho Dios sí acelera los tiempos, pero en la palabra encuentro muchos hombres de Dios metidos en procesos bien prolongados. Nos duele pensar en que debemos de meternos en desiertos o áreas inciertas para alcanzar cosas y llegar a tierras prometidas.

Cuando veo el llamamiento de Nehemías, supe que Dios nos hablaba directamente de este tema. Dios llama a este hombre a restaurar a una ciudad entera que está destruida. A levantarla de las cenizas y el polvo. Yo nunca he visto que una ciudad sea (re)construida en un corto tiempo. Ni siquiera cuando es levantada por chinos. Sino que veo un proceso que empieza desde lo más básico (que podría convertirse también en lo más complejo) que son los fundamentos y de ahí empezar la obra restante, hasta alcanzar completar un plano. Ahora, ¿cuándo una ciudad ha dejado de construirse?, ¿no pasa lo mismo con la vida?. Tengo casi 10 años de casado y unos 14 años de conocer a mi esposa. Aún en todo este tiempo no hemos terminado de construir, no hemos llegado a nuestro fin, estamos en un medio que nos llevará una eternidad.

Dios quiere a un pueblo que ha sido probado, que ha sido encontrado aprobado y que no tiene nada de qué avergonzarse. No nos engañemos como quieren hacer estos anuncios. En Dios los procesos son largos y requieren que permanezcamos fieles, resistir y esperar. ¿A quién le gusta esas palabras?. De algo estoy seguro y es que Dios no usa faja reductora.