miércoles, 21 de junio de 2017

Encontré la Iglesia Perfecta

Encontré la Iglesia Perfecta


Durante muchos años asistí a una iglesia donde servía. Gozaba el privilegio de pertenecer a varios ministerios de la congregación y fue un tiempo provechoso de bastante crecimiento.
Estar en constante actividad, reuniones y tener mucha confianza con líderes y pastores era una bendición, pero también era una exposición a ciertas cosas que pasaban que, sin duda, Dios me enseñaba a través de ellas.

Después de haber salido de esa congregación, dejando las puertas abiertas; entramos en un tiempo bastante extraño para nuestras vidas. Nuestra agenda pasó de tener semanas full a quedarnos tranquilos en casa. Nos sentíamos extraños. Las primeras noches eran eternas y los fines de semanas se volvieron relajados. Cosas que no sentíamos hacía mucho tiempo. Empezamos a darnos cuenta qué programas transmitía la televisión en el momento, cuáles eran las series y shows de la actualidad, etc. Fue como una reconexión con hábitos y costumbres donde trabajábamos por encajar en ellas.

Déjeme y le explico, nosotros habíamos salido de la iglesia porque Dios nos estaba llamando a otras cosas. Créame que echar raíces y después alejarse del lugar es una crisis que solo quienes han pasado por ella pueden dar fe. Pedimos confirmaciones, sueños, visiones, profecías, estuvimos en ayunos, rogábamos a Dios por recontra confirmaciones de que realmente era Él el que nos llamaba a movernos. No hay cosa más espeluznante que sentir en el corazón que estás caminando por la vida en condición de desobediente y sin cobertura, y nosotros queríamos evitar eso.

Fue como una lucha de 2 poderes. Estábamos obedeciendo a Dios pero el enemigo quería ponernos culpa y condenación... ¿le ha pasado?... mi esposa y yo al vernos con un calendario despejado y con la mente llena de ideas y ataques; y súmele a eso que estábamos recién casados; era como que una bomba estaba adentro nuestro y algo debíamos hacer con nuestro tiempo.

Recuerdo temporadas muy lindas en la iglesia mencionada. Pero también recuerdo otras experiencias no tan gratas. Conocí la división, las votaciones pastorales, la disciplina, el serrucho y los proyectos pro-construcción. Sin duda, todos ellas aportaron aprendizaje y entender las razones del porqué el amor de muchos se ha enfriado.

Hubo momentos también de disfrute y vacilón. Por ejemplo, conocí a la hermana que detiene las reuniones porque recibe una palabra apocalíptica de parte Dios que debe soltarla justo mientras el servicio transcurría. En muchos casos no se podía esperar a que terminara el sermón, y en otras la palabra era para quienes tuvieran el don de interpretación de lenguas porque no recibía la información en español. Supe lo que era recibir jóvenes en los campamentos que eran como si los padres descansaran el fin de semana del hijo gadareno que tenían y pensaban que en 3 días se lo devolveríamos renovado, santificado y sirviendo. Se lo que es estar en plena predicación y que personas se duerman. Algunas aprovechan ese don del Cielo del teatro para simular un poco el asunto. ¡No sé cómo hacen para dormirse en postura de adorador quebrantado! Conozco de cerca las hermanas que aprovechan la adoración para ver el catálogo de AVON, apuntarse su maquillaje, hacer cálculos y sacarle el jugo a la hoja de ofertas. Se lo que es ver al músico enamorando desde el altar al amor de su vida. Innumerables veces apoyamos a los ujieres y ancianos a sacar al borracho violentamente porque interrumpía el servicio.

En fin, no puede haber mucha diferencia entre aquellos tiempos y los modernos en cuanto a comportamientos de irreverencia e injusticias que pasan dentro de las congregaciones.

Desde el frente, es muy fácil reconocer quién desea salir corriendo de la reunión, quién anhela desesperadamente la unción, quién llegó porque es una actividad importante, quien está viendo que "pesca", quien tiene cara de "profetíceme", etc. En algunos casos cuando hay una congregación con mucha hambre y necesidad es casi posible que a través de la mirada y postura de la gente, percibas que han venido por una respuesta del Cielo, y para todo predicador, ese es el público con que uno siempre desea toparse. Debo reconocer que por momentos me he sentido dolido que haya personas que mientras se predica la estén revisando las redes sociales, riéndose, hablando entre ellas, distrayéndose, y otras acciones más. Entiendo que hay momentos para todo, por eso mismo lo digo, pero hay una línea delgada que no debemos cruzar y debemos respetar. No es que la gente esté robotizada, inmóvil o freezada; sino más bien que haya un respeto, primero por la presencia de Dios y luego por quien esté exponiendo, sabiendo que, en la mayoría de los casos, hubieron tiempos de oración y preparación para ese momento. Muchas veces la persona que predica se imaginó ese servicio viendo a muchos siendo tocados por Dios y derramándose la presencia en la gente. Eso fue un pantesis.

Mi esposa y yo tomamos una decisión. Haber dejado la iglesia y hacer visitas a algunas otras en busca del lugar donde Dios quería establecernos era medio complicado. En todos los casos en los que visitamos una congregación nos devolvíamos para la casa con un sabor de que ese no era el lugar. Con esto no quiero decir que la iglesia era mala, o que no cumplían nuestras expectativas, sino simplemente sentíamos que el Cielo no nos daba luz verde.

Después de pasar este experimento en múltiples ocasiones decidimos empezar a tener nuestros servicios familiares en casa. Ella y yo. Solos. Buscando a Dios. No lo habíamos hecho nunca, por lo menos en condición de familia. Nuestra vida estaba afuera, pero encontramos que había un vacío adentro. Dios quería tratarnos en lo íntimo para después entregarnos mayores visiones en lo público. Empezamos paso a paso teniendo tiempos de adoración bien sublimes. Con frecuencia Dios nos daba palabra el uno para el otro. Era un experimento de prueba y error. Después de sentirnos desconectados descubrimos que esa reconexión con el Cielo estaba al dedo. Encontramos la iglesia perfecta. Encontramos que en ella puedo adorar sin pensar qué está haciendo la persona de al lado. Supimos lo que es que entre sus miembros no hubiera quien juzgara el uno o al otro. Tuvimos el valor de confesar pecados y continuar como si nada hubiese pasado. Eso es amor. Los servicios en esta iglesia fueron convirtiéndose en emocionantes lugares de restauración, perdón y establecimiento. Nos dimos cuenta que el estar ocupados nos había robado ciertas vivencias básicas del amor de Dios que nunca debimos haber dejado (o ahora que lo pienso nunca se nos fueron enseñadas). En esta iglesia, no hay programas qué cumplir. Nos topamos con qué todos participábamos y nos dejábamos usar por Dios, dejando de lado la idea de que algunas funciones son solo para gente supremamente escogida por la corte celestial. Nos sentíamos bien. No tenía que aparentar si ese día fue un mal día para mí. No teníamos que ocultar nuestras debilidades delante nuestro porque la restauración y la intimidad nos ponía en un lugar donde éramos iguales, nos volvíamos a crear, teníamos el mismo ideal, nuestro único objetivo era el Reino y la presencia de Dios. Y esto cambió para siempre nuestra perspectiva.

Dios nos estaba haciendo un llamado a sus cámaras. Necesitábamos urgentemente encontrarnos con la bendición de la reunión familiar. Dios mismo nos guió y nos puso en el camino correcto.

Muchas revelaciones han llegado a nuestras vidas a través de las reuniones en ésta iglesia. Puedes tener por cierto que en ésta iglesia las puertas están abiertas 24/7 y Dios solo pide un requisito. Disposición.

Vale el espacio para aclarar que Dios después nos ubicó donde Él quería que sirviéramos y creciéramos. Donde aportaríamos de lo que Él nos ha enseñado y donde nos sentiríamos parte de un cuerpo donde la cabeza es Cristo. Esos tiempos también los anhelábamos. Pero hubo algo muy fácil de ubicar. Dios nos necesitaba en la iglesia del hogar primero. Hasta el día de hoy asistimos a esos servicios. Ahora la familia ha crecido y mi hija es parte de las reuniones. Inclusive ella nos profetiza. Pronto seremos más en la familia y entendemos que ya Dios estableció algo y debemos de continuar. El modelo de familia que Él nos dejó no debe deteriorarse con ideas de la diversidad. (Después haré un blog de eso. Pero estoy completamente seguro que el diseño de Dios para gobierno y transformación de las naciones se encuentra en la familia. 

Finalizo diciendo que hay 2 excusas baratísimas que la gente pone para dejar de congregarse. La primera es que en las iglesias le sacan la plata. Yo no se usted, pero a mí nunca me sacaron un puñal o me enjacharon para ofrendar o diezmar. Ningún ujier me metió las manos en los bolsillos o en la cartera para que los billetes fueran puestos en una canasta. Si usted es de esa corriente que dice que en la iglesia solo sacan plata. Pídale a Dios dominio propio. Por ahí empieza el tratamiento del problema. Ahí está la raíz. De algo estoy seguro, Dios no necesita su dinero. La segunda excusa es que la iglesia está llena de gente hipócrita. Pues sí, la hay, y mucha. A mí me han dicho hipócrita, y muchas veces. Imagínese el grado de hipocresía que tuviera la gente si del todo no asistiera a la iglesía. Digo, yo siempre he entendido que la congregación es un lugar donde en unidad adoramos a Dios y crecemos en conocimiento, donde se nos dan herramientas para la extensión del Reino y donde como un solo cuerpo exaltamos el nombre de Cristo. Yo por lo menos, y no es que me las crea de santulón, no voy a la iglesia a mirar a los demás. Es como cuestión de enfoque. Así como no voy a un estadio, por ejemplo, a ver cómo la gente se viste. Más bien he escuchado muchas veces que la iglesia es una clínica del alma. Que se junten los hipócritas, los necesitados, los pecadores, los que caminan en desiertos, los que están en procesos, los enfermos, etc. en un lugar en común es bastante obvio que demuestran que hay alguien más fuerte que ellos y que le buscan, y entendieron que no hay culpa en su condición que les impida presentarse delante de Dios para alcanzar misericordia. Cuando encuentres una congregación perfecta, aléjate de ella, la echarás a perder.

En fin, creo que mi mensaje es muy claro. Es la narración de algo que Dios reveló a nuestras vidas. Lo que funciona en el hogar, funcionará en la nación dijo Brunet.

No dejes de congregarte. Si te vas a ir de tu iglesia, hazlo sabiendo que Dios te dirigió hacerlo. Habla con tu pastor. Es muy feo comer en un lugar y retirarse sin siquiera dar las gracias.

Busca a Dios en la iglesia del hogar que al final es la traducción de tiempos de intimidad con Él.

Y mi último consejo. Si vas a dar una palabra profética en lenguas, asegúrate que haya alguien que la interprete.